viernes, 20 de julio de 2012

Me la han robado


Desde que nos gobernamos por unas leyes que regulan la sociedad, hay ciertos detalles en los que a veces parecemos no caer en su cuenta. Me llaman la atención las declaraciones de un padre y las manifestaciones de un pueblo como Zuheros (Córdoba) en torno a la decisión de un par de muchachas de la localidad, que no han hecho otra cosa que ingresar en un convento de monjas de Sevilla. Estas jóvenes tienes la mayoría de edad y han mantenido repetidas conversaciones con sus progenitores para explicarles su decisión y la firmeza de sus convicciones.
Sin embargo, todo el pueblo se echa a la calle, el padre se encadena a la puerta de la iglesia parroquial y la prensa, fundamentalmente el Diario Córdoba, van a sacar tajada del ideario "matacuras" de parte de la población. Todo esto porque una chica, mayor de edad, decide ingresar en un convento, que ni tan siquiera es de clausura y permite el contacto con sus familiares. ¿Sucederá lo mismo si mañana otra joven decide irse a trabajar a Alemania, si hay quien al cumplir los años quiere ingresar en el Ejército, en la Guardia Civil o, simplemente, abandona su domicilio familiar para irse a vivir con su novio a Mallorca?
La verdad es que la falta de impudicia de determinadas personas me lleva al sonrojo. Esta sociedad debe estar enferma, cuando permite que una niña de dieciséis años pueda abortar por su cuenta y riesgo y sin dar explicaciones a nadie, mientras una muchacha mayor de edad se ve en el ojo de un huracán mediático-social por una decisión que afecta a su vida y su futuro.

1 comentario:

  1. Es raro este mundo nuestro, Rafa. Raro en estos asuntos, por ejemplo. Raro porque se cohíbe al individuo en lo que es más suyo, en sus decisiones, en lo que decide para vivir. Y yo creo que pillamos una parte de la trama. Que nos escamotean trozos que igual son válidos para entenderla de forma completa. Una monja con vocación, ay, en un mundo que no está por la labor de alabarle el gusto por serlo. Maestros estrellados en oposiciones y en estrecheces administrativas. Mourinho, que quiere echar a Kaká y no Kaká no quiere. Igual se ata el padre a las puertas del Bernabéu y chilla desconsolado. Ay mi filho, ay mi manutención.

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