lunes, 18 de marzo de 2013

Manfrotto y mi palio

Fotógrafo by RafaR_S



No hay manera, cada vez que miro a mi palio me encuentro con el manfrotto. No son doce varales, son doce y el manfrotto. Allí está, oscuro, permanente, esquivo y pertinaz. Se mueve, adelanta, nunca se pierde, siempre vuelve. Retorna a su sitio tras caminar por encima de cabezas y capirotes. Las volutas de incienso le envuelven dándole incluso cierta dignidad litúrgica; es portado con cuidado y esmero, se gira a mirar a mi Virgen, calibra la distancia, el lugar y el momento, para, de pronto, abrir sus extremidades e insertarse en el duro asfalto. Y ahí permanece, incólume a las voces del capataz, campante ante las miradas de los fieles, inmune a los azotes del incensario. Impávido, sereno, imperturbable; persiste en su misión hasta el último momento, hasta el golpe final del llamador, incluso aguantará unos segundos más, hasta que las hojas de acanto del respiradero parezcan enormes cuchillos afilados, hasta que el aliento de los costaleros se haya convertido en ciclón, hasta que la túnica del maniguetero se enrede entre sus metales. Será entonces, y sólo entonces, cuando suene el “click” del disparador y decida levantar el vuelo, posarse sobre un hombro displicente y mantener el acomodo siempre delante de mi palio, siempre ante mi Virgen. Capaz seré de presentarle mi vara nazarena y que, en buena lid, decidan quién se ocupa de preceder a la Señora.     

2 comentarios:

  1. Manfrotto.
    No hay día en que uno no aprenda algo nuevo. Yo me imagino que a los habituales manfrottos se añadirán, en fin, no sé, pantallas de móviles, miles de ellas, arañando el aire, rebuscando en el aire la fracción de belleza que todo fotógrafo espontáneo (qué quieres si es un iphone o un samsung o un yoquesé) pretende. Bueno el texto. Literario.

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  2. Muchos miles, Emilio. Lo que pasa es que algunos piensan que son los únicos seres vivos delante de los pasos.

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