Me llama la atención una noticia como esta publicada en la web de Tele Sevilla:
Y no acabo de entender esta forma de relacionar las creencias religiosas y los bares. Es decir, que se hace un acrónimo utilizando el santoral católico, se programan actuaciones de bandas y coros de marcado carácter religioso y todo ello se enmarca dentro de una campaña de una marca de bebidas que lo único que pretende es vender más y aumentar sus beneficios. Rápidamente se prestan a ello quienes no deben hacerlo, quienes acudirán con sus cruces y medallas bendecidas a ponerse al frente de este invento y, como es natural, no faltarán los capillitas a tan fastuoso evento. Han olvidado un elemento fundamental en todo este tinglado: los esforzados costaleros que no podrán pasearse al ritmo de las Tres Caídas y que serían potenciales consumidores en la fiesta esta; pero, al tiempo, el año que viene habrá pasito, con flores y velas, con la izquierda por delante, con costales, tatuajes y camisetas de tirantes, y desde las metrópolis cercanas se programarán viajes para asistir a tan magno acontecimiento.
Un despropósito que enfrenta a los cofrades con un espejo al que da miedo mirarse.
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