Ha quedado muy claro. No es un asunto artístico, histórico, patrimonial
o logístico; es, simplemente, las ganas que tienen algunos partidos políticos
de fastidiar a todo aquello que tenga que ver con la Iglesia. Parece que no hay
problemas en nuestra querida Córdoba que ocupen las mentes de esta gente. Ni la
economía, ni el tráfico, los impuestos o el desarrollo; no, nada de eso
importa. Lo que de verdad llena páginas de periódicos es la titularidad de un
templo o una obra menor que se pueda realizar en dicho edificio.
Llamemos a todos por sus nombres. En la Catedral de Córdoba
existen unas celosías de madera realizadas en los años setenta del siglo veinte
que no pueden sustituirse por otras idénticas con mecanismos que permitan su
retirada para dejar expedito el tránsito de las cofradías de Semana Santa por
el interior del templo. Hace unos meses la Junta de Andalucía, concretamente su
Consejería de Cultura, da el visto bueno a la sustitución de la celosía y el
Ayuntamiento hace lo propio a través de la Gerencia de Urbanismo. Parecía que
todo estaba resuelto, pero no pasaron unas semanas cuando las elecciones
municipales dan el gobierno local a la extraña coalición de PSOE-IU apoyada por
Ganemos. Al mismo tiempo, en la Consejería de Cultura de la Junta se produce un
relevo que también lleva aparejado el cambio en su Delegación en Córdoba.
Veamos quiénes son las nuevas personas, las que accedieron a
los cargos. En la alcaldía tenemos a Isabel Ambrosio, anterior Delegada de la
Junta en Córdoba y, por lo tanto, conocedora del asunto. En Urbanismo
encontramos a un comunista que, en cierta ocasión, especuló con una supuesta
homosexualidad del Obispo de Córdoba y que parece obsesionado con el tema
religioso, aunque sólo si es católico, porque le va lo musulmán. En el Ayuntamiento
se encarga de la relación con las cofradías y ocupa amplias parcelas de poder
David Luque, cofrade de varias hermandades y antiguo miembro de la Agrupación
de Cofradías. Mientras, en la Consejería de Cultura de la Junta tenemos a
nuestra insigne Rosa Aguilar, la antaño alcaldesa comunista de Córdoba que se
pasó al socialismo y que no dudaba en coger la vara para salir en procesiones
de Semana Santa. Finalmente, el Delegado de Rosa Aguilar en Córdoba es, nada
más y nada menos que Francisco Alcalde, expresidente de la Agrupación de
Cofradías. Como vemos, todos los implicados en el asunto de la celosía han
tenido relación con Córdoba, la Iglesia y las cofradías de Semana Santa. Pese a
ello, todos se esfuerzan en fastidiar, en intentar que no se haga lo que parece
razonable y en dejar que pase el tiempo como medio de dar aire a plataformas
contrarias a que la Catedral sea de la Iglesia o a partidos políticos de escasa
presencia aunque gran influencia municipal, como Ganemos. Esta es su “peleílla”
particular, su razón de apretar filas, mientras Córdoba sestea ante tanta
dejadez de sus dirigentes de los asuntos realmente importantes.
En medio de todo esto, aparece el hijo de de la Hoz,
arquitecto que diseñó la celosía junto a Víctor Caballero copiando unos motivos
que ya existían en el templo, para elevar denuncias que protejan la obra y a
quien parece preocupar mucho esta celosía y menos el estado en que se encuentra
el Hospital Provincial, también diseñado por su progenitor y al que se le
agregan módulos por doquier.
Y a todo esto, quienes hicieron la famosa celosía fueron los
carpinteros de la Maderera Industrial, empresa que tenía su sede en la calle
Doña Berenguela y donde mi señor suegro cortó, lijó, barnizó y ensambló una
obra que nunca supuso que llegara a ser el centro de tanta polémica y tiras y
aflojas. Él me dice que es un trabajo bien hecho, a conciencia, pero que nunca
pensó que su serrucho diera lugar a tanta palabrería ni tanta iniquidad.
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